jueves, 7 de octubre de 2010

Todo queda en casa

En estos tiempos que corren, con varios años de UPM a mís espaldas, jamás se me habría pasado por la cabeza estar escribiendo a estas horas, en una habitación de un tamaño para nada despreciable a la luz de un flexo cuya iluminación abarca, no sé cómo, tres cuartas partes de la habitación. Bien, evidentemente para escribir en un Netbook a estas horas, la luz es un factor importante, si bien un servidor ha llegado a tener la capacidad suficiente para estudiar a la luz de dos velas el día anterior a un examen y encima aprobarlo. Digno de los copistas de la Edad Media, ¿no?.

Bien, me encuentro totalmente sobrio, eso sí, sin dar lugar a pensar que en los anteriores posts mi lucidez mental estaba afectada por los efectos del alcohol, sino más bien bajo los efectos derivados de la borrachera generada por la UPM, que creo que produce una somnolencia ingenieril para nada despreciable.

De momento mi Erasmus en Wien (Viena para los amigos) está yendo perfectamente, sin ningún traspiés ni ninguna pega académica que me haga sentir como antaño, salvando siempre la parte correspondiente a la UPM. Detalles que sin duda hacen que recuerde lo que añoro y dejo de añorar, y no Jose, no creas que no me he olvidado de esa botella de Pacharán que me debes, eso me lo tomo como un all in ganado con todas las de la ley.

Sin embargo, la abrumadora cantidad de descubrimientos en este lugar aumenta exponencialmente conforme conozco en profundidad lo que me rodea, sobretodo por la gente, incluyendo foráneos (¡mierda, aquí el guirí soy yo!) y los compañeros españoles con los que convivo día a día. Destaco la capacidad de la gente para acoger al que viene nuevo, ayudar a aquel que lo necesita sin pedir nada a cambio, a la hermandad que se crea vinculando desconocidos hasta originar un ente similar a una familia, y es que al final, todo queda en casa.

Ya es común quedar para comer, hablar en un pseudo inglés o pseudo alemán con toques españoles, salir a tomar algo, forzar una risa contagiosa cuya forma e intensidad debería de conocerse en todo el mundo (para algo se creó Youtube... :) ), y como no, fomentar eso que suelen decir algunos: "ver mundo".

Realmente la impresión que me produjo cuando me vine a vivir a Viena se me asemeja en cierto modo a la primera línea que desembarca en Normandía. Vale, cambia el avión por una lancha anfibia, las balas por palabras cuyas letras parecen sacadas de un monje ebrio que una mañana se despertó con resaca y se le había olvidado el latín y sus nociones de lenguas indoeuropeas y cambia el hecho de que en vez de comprobar tu M1 Garand y demás pertrechos unos tipos en el embarque te dejen semidesnudo para comprobar que no llevas explosivos tamaño fósil osito. Pues bien, una vez que llegas a tu habitación, compruebas que el destino te juega una buena pasada y te pone por compañero de piso a un vecino que conoces, y que el resto de la gente no es sólo acogedora, sino que enseguida te haces con la parte extranjera del país (otra vez se me olvida que aquí el guiri soy yo...), piensas: al final...todo queda en casa.

Planes, de momento muchos, se barajan viajes, muchas salidas nocturnas, y sí, para aquellos que estén esperando leerlo para no caer en el típico tópico del Erasmus, estudiar y hacer el Diplomarbeit (para los no cultivados en lenguas germanas, el Proyecto).

Hablando de barajas, dejé allá por mayo de este año el Poker, no definitivamente, siempre estará ahí, esperando a que pueda dedicarle el tiempo que se merece, pero de momento me conformo con una proposición en cierto modo indecente que me han hecho: hacer de profesor de Poker y crear una nueva modalidad en el Texas Hold'em. Consiste en emplear fichas con tareas domésticas, copas, favores (sexuales no, mal pensados), y otro tipo de tareas graciosas porque eso del dinero cuando te vas de Erasmus es algo así como ser rata. Me gustaría poder apostar a que todos lo pasaremos en grande, pero la zona de las apuestas timoratas no creo que me lo permita. En cualquier caso, ¿qué sería de la beca Erasmus si entre nosotros jugásemos con dinero real? No tendría sentido quizás. A ver si es que es verdad que al final, todo queda en casa...